“Extractivismo, dependencia y resistencias populares
en Nuestra América”.
Dentro del panorama
internacional de cambios y crisis económicas, América latina ha salido
favorecida por el constante aumento en el precio de las materias primas y la
creciente demanda desde Asia, con China, el gran gigante a la cabeza, para
abastecer su insaciable apetito importador. Dicha situación sin embargo ha
repercutido negativamente para el pueblo latinoamericano, que frente a los
números de crecimiento económico y los índices de desarrollo, debe enfrentar
desplazamientos, desastres ambientales, desempleo, precarización laboral, etc.
en uno de los continentes con mayor crecimiento económico y con peor
distribución del ingreso.
Nuestra América, atravesada por
un modo de producción extractivista, pierde cada día su soberanía política,
alimentaria, de recursos, frente a la primarización y transnacionalización de
su economía. La maldición de los recursos naturales pesa sobre nuestro
territorio, el cual al centrar sus esfuerzos en la sobre explotación de la
materias primas, no solo arriesga su futuro al dejarlo a los vaivenes del
mercado internacional, remarcando la dependencia estructural a la que ha sido
sometida, sino que genera una dislocación tanto ambiental como social dentro su
población.
Los actuales modelos
extractivos que operan en nuestra América responden a una “herencia histórica”
de larga data. Pero es necesario precisar el modo en que opera en su forma
actual para dimensionar sus problemas y posibles soluciones. Extractivista es
toda actividad que extrae grandes volúmenes de recursos naturales para
abastecer a los mercados globales, y que genera grandes impactos
socio-económicos y ambientales. Extractivistas serían, según esta definición,
no sólo actividades como la megaminería y la industria de los hidrocarburos,
sino también los monocultivos agrícolas como la soja y forestales como el pino,
la explotación de recursos marítimos como la pesca industrial, la salmonicultura o la cría de camarones,como
actividades ligadas a la industria energética.
Creemos necesario replantear la
ecuación entre extractivismo, desarrollo y crecimiento mediante la cual se
busca lograr el consenso de los pueblos para apoyar un modelo económico basado
en el saqueo de las materias primas, de los recursos renovables y no
renovables, recursos a los que incluso las poblaciones de los países
exportadores no pueden acceder. Frente a esta situación, los Estados de America
latina, no solo cuentan con un marco legal mediante el cual amparan, facilitan
y propician dichas actividades extractivas, llevadas a cabo en su mayoría por
empresas transnacionales, sino que mediante diversos mecanismos represivos
atentan contra todo grupo humano uqe se oponga a ellos. La constante
criminalización de la protesta social y la implementación y aplicación de la
ley antiterrorista a lo largo del continente es un claro ejemplo de la
complicidad entre el aparato guberamental y los intereses económicos
dominantes, tanto nacionales como extranjeros.
Frente a las actuales crisis globales económicas
y medio ambientales, creemos necesario reflexionar sobre el problema de los
límites del crecimiento y el carácter indispensable que van adquiriendo los
bienes comunes. Cada vez se producen más alimentos pero el hambre sigue en
aumento, pues no son los seres humanos hambrientos quienes tienen el poder de compra
sino los automóviles, así, un tercio de la producción mundial de maíz se
destina a la elaboración de biodiesel para “alimentar” a los automóviles.
Creemos necesario entonces discutir en torno a qué modelo económico, político y
social los pueblos de Nuestra América pueden construir un modo de vida de
acuerdo a sus propias necesidades y realidades históricas.
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